Coleccionistas de recuerdos-memorias

Coleccionistas de recuerdos-memorias

Por Roberto Menicucci

Es asombroso lo que llega a coleccionar la gente. Esta persona en particular dueña de varias casas en alquiler recordaba cuánta gente había pasado por sus casas, las nacionalidades, los hijos que tenían; pero sobre todo los daños que le habían hecho a sus casas y el porqué habían llegado a vivir allí o lo que le habían quedado en deber por rentas. Sin duda estas dos últimas cosas le acarreaban mucho malestar y enojo, puesto que sus casas eran su bien más preciado y vivía de esos alquileres, pero siempre remarcaba en los daños y sobre todo en los dineros pendientes. ¡Qué colección y qué molestia acarreaba con estos recuerdos! Por cierto siempre le habían destruído la propiedad: qué casualidad o así lo  miraba ella.

Otras personas recuerdan amores y no cierran capítulos, siguen pendientes de las  que en otro momento fueron sus parejas y escudriñan en sus vidas para saber qué es lo que están haciendo o con quién están ahora. Si son mejores que ellas, más bonitas y la amiga que les robó al novio si al final siguió con él o se le robó la fortuna a otro. ¡Qué calvario!

Otras atesoran recuerdos y tal cual libro en su memoria reconocen cada hecho pasado como si pasó ayer y lo mal que les fue en ese momento que no se deciden a olvidar.  Sobre todo cuando se sienten mal y como un trinchante que asuza el fuego, van y agarran el recuerdo más doloroso y lo retuercen para sentir y vivirlo tal cual fue. Y nunca descansan.

Sin lugar a dudas,  qué peso llevan encima los coleccionistas porque es muy difícil olvidar y/o perdonar o simplemente no se les antoja. Lo peor de todo es que esto no los deja vivir tranquilamente y se agobian, pues su “colección” se vuelve pesada y nefasta.

¿Qué estás coleccionando? ¿Desamores, recuerdos tristes o dolorosos, injusticias, hechos que ya terminaron y simplemente quedaron en tu memoria, que solo son eso: recuerdos?

¡Cuánto lastre y para nada! Porque el que colecciona al final es el único dañado. ¿Cuántas USB podrías llenar con tus recuerdos? Ojalá que sean buenos y si no salen enumerados aquí, si te hacen daño, remuévelos. Vale por ti…

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